Proyección global y desafío regional: Latinoamérica ante supuesto auge nuclear

La energía nuclear se proyecta al doble en 2050; Argentina, México y Brasil lideran en LATAM, mientras Colombia da pasos iniciales

16 de septiembre de 2025Infraestructura

Por Belén Palkovsky

El debate energético internacional vuelve a colocar a la energía nuclear en un lugar central. Considerada por muchos expertos como una de las alternativas más seguras para responder al aumento constante de la demanda eléctrica y, al mismo tiempo, disminuir las emisiones de carbono, esta fuente se ve impulsada por el crecimiento del consumo asociado a la inteligencia artificial y otras tecnologías intensivas en energía.

En su más reciente revisión, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) elevó por quinto año consecutivo las proyecciones de expansión de la energía nuclear hacia 2050. Según el informe, el sector podría más que duplicar su capacidad instalada en el escenario más optimista. A finales de 2024, había 417 reactores en operación alrededor del mundo, con una potencia conjunta de 377 gigavatios eléctricos (GWe). Esa cifra representó el 8,7% de la electricidad producida globalmente ese año. Para mediados de siglo, el OIEA prevé que la capacidad podría alcanzar entre 561 y 992 GWe, dependiendo de la trayectoria de inversión y desarrollo tecnológico.

Una de las innovaciones más destacadas en ese horizonte son los reactores modulares pequeños (SMR, por sus siglas en inglés), que podrían aportar entre el 5 y el 24% de la nueva capacidad que se instale en las próximas décadas. La incorporación de esta tecnología es vista como una herramienta estratégica para acelerar la transición energética.

El contexto geopolítico también ha reforzado este escenario. La guerra en Ucrania evidenció la fragilidad de las cadenas de suministro energético y empujó a los países a priorizar fuentes internas de generación más estables. Este giro estratégico ha beneficiado a toda la cadena de valor nuclear. Un indicador claro es el mercado del uranio: tras varios años de baja inversión, los precios al contado de este mineral se han más que duplicado desde 2020, reflejando un renovado interés de gobiernos e inversores.

El interés por aumentar la infraestructura nuclear ha sido discutido en espacios multilaterales, incluidos los encuentros climáticos como la COP y diversas mesas redondas en GRI Institute. Actualmente hay más de 60 reactores en construcción, con China y Rusia a la cabeza. En paralelo, países como Estados Unidos y el Reino Unido buscan agilizar sus procesos regulatorios. Ambos gobiernos ultiman un acuerdo que permitirá reducir los tiempos de aprobación de proyectos, acortando de tres o cuatro años a aproximadamente dos el plazo para obtener licencias de operación.

En América Latina, la energía nuclear avanza en un contexto de fuertes desafíos políticos y regulatorios. Aun así, Argentina, México y Brasil figuran entre los países con mayor protagonismo regional.

Porcentaje de generación nuclear en la matriz 


Fuente: Statista 
 

Argentina opera tres plantas - Atucha I, Atucha II y Embalse -, mientras que México cuenta con Laguna Verde y Brasil con Angra I y II. Estas instalaciones corresponden a reactores de gran escala, considerados convencionales en la industria. Además, Argentina se destaca como pionera en el desarrollo de un reactor modular propio, el CAREM. Aunque su construcción está avanzada, se trata de un prototipo sin fines comerciales. 

Colombia, que históricamente ha dependido del carbón térmico para su generación eléctrica, empieza a explorar un camino alternativo. Un estudio de la Universidad Javeriana, publicado en Frontiers in Energy Research, analiza el impacto de sustituir todas las plantas de carbón por SMR. El modelo determinista y el probabilístico utilizados en la investigación proyectan que la sustitución permitiría evitar hasta 82 millones de toneladas de CO₂ equivalente entre 2035 y 2052. Una vez completada la transición, a partir de 2050, las reducciones anuales superarían los 8 millones de toneladas, una cifra comparable con retirar de circulación la totalidad de los automóviles particulares de Bogotá por más de un año.

Más allá de los cálculos de reducción de emisiones, el verdadero desafío para Colombia reside en la implementación de licenciamientos ágiles, cronogramas realistas, emplazamientos idóneos y una infraestructura de soporte adecuada.

En el terreno normativo, el país avanza con la Resolución 40234 de 2024, expedida por el Ministerio de Minas y Energía. Aunque su alcance se limita a la seguridad de fuentes radiactivas y no regula directamente la generación nuclear, representa un paso inicial hacia el fortalecimiento institucional que demandarán los futuros proyectos.

A nivel global, se exploran innovaciones en el ciclo del combustible, como MOX -que reutiliza plutonio mezclado con uranio- y REMIX, desarrollado en Rusia para reciclar combustible sin separación completa. Ambas tecnologías buscan reducir el volumen y la toxicidad de los residuos, aunque su aplicación en Colombia dependerá de capacidades técnicas, marcos regulatorios más robustos y viabilidad económica.

En este contexto, la investigación de la Universidad Javeriana, concluye que sustituir el carbón por energía nuclear constituye una estrategia técnica y ambientalmente viable para descarbonizar la matriz eléctrica. No obstante, advierte que el éxito de esta transición no se medirá únicamente en emisiones evitadas: la selección tecnológica, la claridad normativa, la factibilidad de los emplazamientos y la aceptación social serán determinantes.

El gobierno ya incluyó los reactores modulares pequeños (SMR) en el Plan Energético Nacional 2022-2052, con la meta de ponerlos en marcha hacia 2038. Para ello deberá desarrollarse un Programa Nuclear Nacional (NEPIO) junto al OIEA, un proceso que puede tardar más de una década. La reciente aprobación preliminar de un marco regulatorio en la Cámara de Representantes revela un consenso político alentador, aunque aún quedan definiciones esenciales para que el país logre dar el salto.

En definitiva, Colombia ha comenzado a sentar las bases legales y políticas para abrir la puerta a la energía nuclear. Pero transformar esa ambición en una realidad sostenible exigirá continuidad institucional, cooperación internacional y, sobre todo, la confianza de la sociedad, - escenário que se repite en toda Latinoamérica.