Perú prioriza CAPEX estratégico para evitar la obsolescencia de activos

Mercado reacciona a valuations presionados, activos envejecidos y mayores exigencias operativas

9 de diciembre de 2025Mercado Inmobiliario
Escrito por:Paulo Alfaro

Resumen Ejecutivo

Durante Peru GRI Summit, en Lima, ejecutivos del sector inmobiliario discutieron los caminos para una gestión activa de portafolios, el papel estratégico del CAPEX en la preservación de valor y los movimientos que deberían moldear el nuevo ciclo del mercado peruano. A lo largo de dos sesiones, surgieron insights sobre obsolescencia, presión por inversiones preventivas, transformación regulatoria, activación de terrenos públicos y el avance de una demanda más sofisticada. El resultado apunta a un sector que depende cada vez más de disciplina técnica, velocidad en la toma de decisiones y colaboración entre inversionistas, bancos y el Estado para sostener la rentabilidad a largo plazo.

Puntos Clave

  • CAPEX se convierte en una herramienta estratégica en Perú para preservar la rentabilidad, evitando pérdidas derivadas de activos desactualizados y respondiendo a usuarios cada vez más exigentes.
  • Modernizaciones estructurales y tecnológicas son esenciales para contener la vacancia y mantener los retornos.
  • Nuevo ciclo inmobiliario está marcado por una mayor liquidez y por la migración de activos urbanos hacia el uso residencial.

La pérdida de rentabilidad de un activo inmobiliario está vinculada a la falta de planificación y actualización, lo que convierte al CAPEX en un elemento esencial para evitar la obsolescencia física y funcional.

En el Perú, es común observar crecientes desalineamientos entre valoraciones teóricas y precios de cierre en activos antiguos. Este desajuste suele venir acompañado de vacancias prolongadas y de usuarios cada vez más exigentes, factores que intensifican la necesidad de modernizaciones estructurales y tecnológicas.

Un conjunto de edificios corporativos de entre 25 y 35 años demandó cerca de US$ 3,5 millones en adecuaciones regulatorias y modernizaciones, incluida la actualización completa de las rutas de evacuación -con instalación de escaleras externas conforme a la normativa vigente- y la renovación integral de los ascensores.

Esta inversión evitará una pérdida potencial de aproximadamente US$ 24 millones en el valuation del activo, al preservar su capacidad de retener inquilinos y impedir la caída estructural de ingresos asociada a la obsolescencia.

En otro caso, una empresa con una cartera regional de 8,5 millones de m² tiene el 25% de sus activos con más de 15 años -proporción que alcanzará el 45% en cinco años-, lo que aumenta la presión por CAPEX. La respuesta ha sido reforzar los equipos técnicos y proyectar inversiones preventivas para sostener el desempeño locativo.

La exigencia de renovación se acelera especialmente en hotelería y centros comerciales, donde ciclos de 7 a 10 años ya no satisfacen al consumidor actual. Un mall de 15 años tuvo que rediseñar su infraestructura digital integrada, con un impacto relevante en los costos, pero indispensable para mantener la relevancia competitiva.

Superar barreras internas para aprobar inversiones es un desafío recurrente. El CAPEX que preserva valor sin generar retorno directo requiere un soporte técnico sólido y articulación entre operaciones, ingeniería y finanzas para obtener aprobación en los directorios.

Se propone segmentar la asignación de capital en categorías: crecimiento, eficiencia, comercial y mantenimiento. La planificación plurianual, con foco en intervenciones preventivas, se consolida como práctica clave para reducir la volatilidad y evitar la acumulación de costos correctivos.

Algunas inversiones permiten medir retorno, como automatización o iluminación eficiente. Otras son estratégicas, como adaptaciones exigidas por marcas globales que elevan el posicionamiento del activo, incluso sin una Tasa Interna de Retorno (TIR) claramente comprobable en el corto plazo.

El sector bancario contribuye con una visión orientada a viabilizar CAPEX, reforzando estándares técnicos, velocidad de comercialización y protección de valor. Entre los nuevos instrumentos figuran créditos para adquisición de terrenos y líneas que financian el 100% del costo de obra.

Durante Peru GRI Forum, ejecutivos compartieron sus ideas para sostener la rentabilidad de sus portafolios

Una preocupación emergente es la preservación de activos residenciales después de la entrega. Con 1,4 millones de peruanos viviendo en alquiler, los bancos están probando mecanismos de monitoreo de áreas comunes y mantenimiento predial para defender el valor de los portafolios y la reputación del desarrollador.

Otra frente relevante proviene del sector público: el Estado peruano posee grandes extensiones improductivas y ahora busca activarlas mediante concesiones, APP y Proyectos en Activos, este último orientado a la conversión de terrenos subutilizados en inversiones privadas.

Perú ya se han identificado 165 oportunidades que suman 7.000 hectáreas y más de 15.000 millones de soles en potencial, incluyendo terrenos destinados a proyectos multifamily.

La ejecución exige sensibilidad política y rapidez, dado el corto ciclo de los gobiernos locales. Desde 2023, proyectos de gran impacto han sido estructurados en 16 a 17 meses, con la meta de reducir el plazo a 12 meses, conectando directamente entidades públicas e inversionistas.

Esta política redefine el rol del CAPEX: además de preservar la rentabilidad privada, puede actuar como catalizador urbano que resuelve pasivos públicos sin desembolso estatal. Los inversionistas identifican un terreno fértil para intervenciones técnicas y resultados tangibles.

El nuevo ciclo inmobiliario peruano dependerá de una gestión técnica rigurosa, decisiones oportunas y un fuerte alineamiento entre bancos, operadores y el Estado. El CAPEX deja de ser un gasto obligatorio y pasa a ser una herramienta estratégica y condición mínima para la competitividad futura.

El nuevo ciclo inmobiliario en el Perú

El mercado inmobiliario peruano atraviesa un ciclo de recuperación, impulsado por una mayor liquidez, acceso más amplio al crédito y el reposicionamiento de activos urbanos hacia usos residenciales.

El capital que ingresa al sector está más diversificado: family offices, inversionistas privados e institucionales adoptan una postura de largo plazo, incluso en medio del ruido político.

Los propietarios buscan maximizar el potencial de sus terrenos, mientras los inversionistas amplían su interés por activos estabilizados y nuevos proyectos habitacionales.

En el segmento residencial, las ventas crecieron 22% entre enero y septiembre de 2025 frente al mismo período de 2024. La demanda se concentra en unidades de entre 50 y 70 m², mientras la edad promedio de ingreso al mercado avanza hacia los 36-38 años.

El sector financiero sostiene la expansión: los bancos reportan un crecimiento cercano al 20% en el volumen de créditos hipotecarios.

El multifamily, sin embargo, sigue limitado por la ausencia de project finance adecuado, una carga tributaria poco favorable y normativas urbanas que restringen el desarrollo de unidades pequeñas, dificultando la escalabilidad del producto.

Gana impulso la búsqueda de activos alternativos capaces de generar ingresos ajustados por inflación: salud, oficinas prime y retail atraen mayor atención local.

Los inversionistas chilenos, que inicialmente actuaban de manera oportunista, ahora incorporan al Perú de forma estructural en sus portafolios, impulsados por la caída de retornos en mercados fuera de la región. Con cap rates cercanos al 5%, la adquisición para renta se vuelve más atractiva en el país.

El consenso es que los inversionistas institucionales seguirán impulsando la demanda inmobiliaria en el Perú en los próximos años.

Debate entre participantes sobre el rumbo del real estate peruano
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