Credit: wutzkoh / EnvatoCrédito alternativo gana espacio en el real estate de América Latina
Multifamily, industrial-logístico y data centers concentran la mayor demanda
2 de diciembre de 2025Mercado Inmobiliario
Escrito por:Paulo Alfaro
Puntos Clave
- En un entorno aún marcado por tasas altas, menor apetito bancario y ajustes en las valoraciones, el crédito alternativo ha adquirido un papel protagónico en el mercado inmobiliario.
- Cuatro segmentos ganan tracción: vivienda multifamily, industrial-logístico, infraestructura digital y reposicionamiento de activos bajo estrategias value-add.
- Las oportunidades más claras se observan en México, en activos industriales y logísticos impulsados por el nearshoring, y en Chile, en infraestructura digital como data centers y conectividad.
Inverlink, uno de los bancos de inversión más activos en América Latina, ha desempeñado un papel clave en la conexión de capital nacional e internacional con proyectos inmobiliarios de alto potencial.
Con una trayectoria consolidada en estructuración financiera, la firma impulsa soluciones sofisticadas que combinan preservación de capital, creación de valor y gestión de riesgo disciplinada.
En entrevista exclusiva para GRI Institute, la Managing Director North America, Claudia Robledo Arias, analiza cómo el crédito alternativo está transformando el financiamiento del sector inmobiliario y qué tendencias marcarán el futuro del mercado latinoamericano.
Según Claudia, en un entorno aún marcado por tasas altas, menor apetito bancario y ajustes en las valoraciones, el crédito alternativo ha adquirido un papel protagónico. No se trata solo de proveer capital, sino de combinarlo con estructuración, paquetes de garantías, covenants, controles de fondeo y un gobierno del crédito que proteja el downside sin ahogar el proyecto.
Este tipo de financiamiento se orienta principalmente a recapitalizaciones, expansiones y reposicionamientos de activos, bajo modelos que incorporan mediciones prudentes como LTV y DSCR, junto con desembolsos atados a hitos de avance.
Estos activos requieren mecanismos híbridos que incorporen bridge, mezzanine, preferred equity o private credit. “La banca está más selectiva, y los proyectos buenos pero intensivos en capital necesitan deuda que calce con sus riesgos y tiempos”, comenta Claudia.
En el segmento de vivienda, la baja penetración hipotecaria y el déficit estructural exigen plazos más largos, ramp-up de servicio y estructuras que acompañen la estabilización.
En activos industriales, los proyectos BTS y los procesos de expansión requieren cerrar brechas de capital hasta que el activo alcance su fase de operación estable. En data centers, los cuellos de botella energéticos y los permisos obligan a financiar por hitos con contratos ancla.
Claudia observa que el mercado regional está dando un salto de madurez con la adopción de prácticas propias del project finance. Hoy se incorporan tramos senior, mezzanine y preferred, con calendarios de desembolso por hitos, reservas de servicio de deuda (DSRA), cash sweeps y derechos de paso (step-in rights).
“En México, Colombia, Chile y Perú ya vemos estas estructuras aplicadas no solo a infraestructura tradicional, sino también a proyectos inmobiliarios complejos: parques industriales, multifamily/BTR y data centers, donde existen contratos de largo plazo, offtakes o arrendamientos ancla, y necesidades intensivas de CAPEX”, cuenta.
Este avance representa un cambio hacia estructuras más especializadas y bancables que alinean a todos los jugadores: sponsor, constructor, operador y financiadores.
Las oportunidades más claras se observan en México, en activos industriales y logísticos impulsados por el nearshoring, y en Chile, en infraestructura digital como data centers y conectividad.
De cara a la próxima década, se prevé un sistema de financiamiento más diversificado y tecnológico. La banca seguirá siendo relevante, pero el impulso vendrá de fondos de deuda, aseguradoras, plataformas especializadas y vehículos híbridos que financien proyectos mediante estructuras flexibles, sostenibles y disciplinadas.
Además, Claudia subraya que las estrategias con criterios ESG y de desarrollo sostenible ganarán un papel creciente en el financiamiento regional. Los inversionistas institucionales están priorizando proyectos con eficiencia energética, certificaciones ambientales, vivienda asequible e infraestructura resiliente, lo que impulsa el uso de bonos verdes, financiamientos vinculados a métricas de sostenibilidad y vehículos temáticos orientados a impacto.
La tokenización también comenzará a escalar en colocaciones privadas y clubes de inversión, permitiendo fraccionar tickets y aportar liquidez incremental sin reemplazar la regulación.
La digitalización tendrá un rol determinante en esta evolución, con las fintechs y proptechs transformando la originación y la gestión del crédito, aportando transparencia mediante seguimiento, cobranza y reporting en tiempo real.
Se anticipa una mayor participación de aseguradoras locales, fondos de pensiones y bancos multilaterales, que aprovecharán su capacidad de invertir en instrumentos de largo plazo. Estos actores están comenzando a coinvertir en deuda privada inmobiliaria y en estructuras sostenibles, fortaleciendo la profundidad del mercado y ampliando las fuentes de fondeo institucional.
El futuro del financiamiento inmobiliario en América Latina girará en torno a un fondeo más diversificado, disciplinado y sostenible. Predominarán quienes logren combinar estructuras sólidas -gobierno del crédito, LTV prudente y reporting riguroso- con innovación y presencia local.
“No falta interés por los activos; falta crédito bien estructurado para convertir esa demanda real en proyectos bancables”, afirma Claudia.
Con una trayectoria consolidada en estructuración financiera, la firma impulsa soluciones sofisticadas que combinan preservación de capital, creación de valor y gestión de riesgo disciplinada.
En entrevista exclusiva para GRI Institute, la Managing Director North America, Claudia Robledo Arias, analiza cómo el crédito alternativo está transformando el financiamiento del sector inmobiliario y qué tendencias marcarán el futuro del mercado latinoamericano.
Según Claudia, en un entorno aún marcado por tasas altas, menor apetito bancario y ajustes en las valoraciones, el crédito alternativo ha adquirido un papel protagónico. No se trata solo de proveer capital, sino de combinarlo con estructuración, paquetes de garantías, covenants, controles de fondeo y un gobierno del crédito que proteja el downside sin ahogar el proyecto.
Este tipo de financiamiento se orienta principalmente a recapitalizaciones, expansiones y reposicionamientos de activos, bajo modelos que incorporan mediciones prudentes como LTV y DSCR, junto con desembolsos atados a hitos de avance.
Segmentos con mayor potencial para financiamiento alternativo
La ejecutiva identifica cuatro segmentos donde el financiamiento alternativo ha ganado mayor tracción: vivienda multifamily bajo esquemas BTR; industrial-logístico, impulsado por el e-commerce y el nearshoring; infraestructura digital, como los data centers; y reposicionamiento de activos en estrategias value-add.Estos activos requieren mecanismos híbridos que incorporen bridge, mezzanine, preferred equity o private credit. “La banca está más selectiva, y los proyectos buenos pero intensivos en capital necesitan deuda que calce con sus riesgos y tiempos”, comenta Claudia.
En el segmento de vivienda, la baja penetración hipotecaria y el déficit estructural exigen plazos más largos, ramp-up de servicio y estructuras que acompañen la estabilización.
En activos industriales, los proyectos BTS y los procesos de expansión requieren cerrar brechas de capital hasta que el activo alcance su fase de operación estable. En data centers, los cuellos de botella energéticos y los permisos obligan a financiar por hitos con contratos ancla.
Claudia observa que el mercado regional está dando un salto de madurez con la adopción de prácticas propias del project finance. Hoy se incorporan tramos senior, mezzanine y preferred, con calendarios de desembolso por hitos, reservas de servicio de deuda (DSRA), cash sweeps y derechos de paso (step-in rights).
“En México, Colombia, Chile y Perú ya vemos estas estructuras aplicadas no solo a infraestructura tradicional, sino también a proyectos inmobiliarios complejos: parques industriales, multifamily/BTR y data centers, donde existen contratos de largo plazo, offtakes o arrendamientos ancla, y necesidades intensivas de CAPEX”, cuenta.
Este avance representa un cambio hacia estructuras más especializadas y bancables que alinean a todos los jugadores: sponsor, constructor, operador y financiadores.
Países atractivos para el inversionista extranjero
Para inversionistas extranjeros, Claudia considera que la región atraviesa un momento propicio, aunque requiere estrategias rigurosas. Con una inflación convergente y monedas menos volátiles que en 2023–24, es más viable estructurar deuda en moneda local o en esquemas mixtos con cobertura, lo que permite mayor previsibilidad de flujos. Sin embargo, la liquidez sigue siendo limitada y las ventanas de mercado, intermitentes.Las oportunidades más claras se observan en México, en activos industriales y logísticos impulsados por el nearshoring, y en Chile, en infraestructura digital como data centers y conectividad.
De cara a la próxima década, se prevé un sistema de financiamiento más diversificado y tecnológico. La banca seguirá siendo relevante, pero el impulso vendrá de fondos de deuda, aseguradoras, plataformas especializadas y vehículos híbridos que financien proyectos mediante estructuras flexibles, sostenibles y disciplinadas.
Además, Claudia subraya que las estrategias con criterios ESG y de desarrollo sostenible ganarán un papel creciente en el financiamiento regional. Los inversionistas institucionales están priorizando proyectos con eficiencia energética, certificaciones ambientales, vivienda asequible e infraestructura resiliente, lo que impulsa el uso de bonos verdes, financiamientos vinculados a métricas de sostenibilidad y vehículos temáticos orientados a impacto.
La tokenización también comenzará a escalar en colocaciones privadas y clubes de inversión, permitiendo fraccionar tickets y aportar liquidez incremental sin reemplazar la regulación.
La digitalización tendrá un rol determinante en esta evolución, con las fintechs y proptechs transformando la originación y la gestión del crédito, aportando transparencia mediante seguimiento, cobranza y reporting en tiempo real.
Se anticipa una mayor participación de aseguradoras locales, fondos de pensiones y bancos multilaterales, que aprovecharán su capacidad de invertir en instrumentos de largo plazo. Estos actores están comenzando a coinvertir en deuda privada inmobiliaria y en estructuras sostenibles, fortaleciendo la profundidad del mercado y ampliando las fuentes de fondeo institucional.
El futuro del financiamiento inmobiliario en América Latina girará en torno a un fondeo más diversificado, disciplinado y sostenible. Predominarán quienes logren combinar estructuras sólidas -gobierno del crédito, LTV prudente y reporting riguroso- con innovación y presencia local.
“No falta interés por los activos; falta crédito bien estructurado para convertir esa demanda real en proyectos bancables”, afirma Claudia.